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Cómo llegó el café a México

El café no siempre formó parte de nuestra vida cotidiana. Su llegada a México fue el resultado de siglos de comercio, exploración y adaptación. Detrás de cada taza hay una historia de conexión entre continentes, culturas y economías que transformaron la forma en que el país produce, trabaja y disfruta esta bebida.


De Etiopía al Caribe


El café se originó en las tierras altas de Etiopía y se extendió hacia la península arábiga, donde floreció su cultivo en Yemen. Desde ahí pasó a Europa en el siglo XVII y pronto se convirtió en una de las mercancías más valoradas del comercio colonial. Las potencias europeas comenzaron a buscar nuevas tierras con condiciones favorables para sembrar el café, y así llegó a América.

Las primeras plantas arribaron al Caribe, especialmente a Cuba, Haití y República Dominicana, durante el siglo XVIII. Desde esas islas, el cultivo del café viajó hacia el continente y encontró en México un nuevo hogar.


El café llega a territorio mexicano


El café entró a México a finales del siglo XVIII, introducido por los españoles a través de Cuba y las Antillas. Las primeras plantaciones se establecieron en Veracruz, donde el clima húmedo y las montañas de la región resultaron ideales para el desarrollo del cafeto. Con el tiempo, el cultivo se expandió hacia Chiapas, Oaxaca y Puebla, estados que hoy concentran gran parte de la producción nacional.

Durante el siglo XIX, el café se consolidó como un cultivo estratégico para la economía mexicana. Su demanda creció tanto a nivel nacional como internacional, impulsando la creación de haciendas cafetaleras y rutas comerciales que conectaban las zonas productoras con los puertos de exportación.


El valor del café en la economía mexicana


El café pronto se convirtió en un símbolo de trabajo, identidad y desarrollo regional. Generó empleo en comunidades rurales, fortaleció la economía local y posicionó a México como uno de los principales productores del mundo. Hoy, el país sigue siendo reconocido por la calidad y diversidad de sus granos, especialmente los cultivados en zonas de altura que combinan clima templado, lluvias suaves y suelos volcánicos.

Además de su importancia económica, el café representa una parte fundamental de la cultura mexicana. Forma parte de las tradiciones, de la hospitalidad y de los encuentros cotidianos que nos conectan. En cada taza hay un esfuerzo compartido entre productores, tostadores, baristas y consumidores que mantienen viva una cadena de valor con siglos de historia.


Un legado que sigue creciendo


El viaje del café hacia México fue largo, pero su arraigo ha sido profundo. Desde las montañas veracruzanas hasta las fincas chiapanecas, el café mexicano combina tradición, calidad y compromiso con la tierra.


En Café Tenttori, honramos esa historia en cada taza, celebrando no solo el sabor, sino también el trabajo, la dedicación y la pasión que han hecho del café un legado vivo de México.


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